Bodegas sumergidas
¿Te atrae el mar? Playas doradas y aguas cristalinas, días soleados y hamacas suspendidas de los pinos marítimos, aperitivos a bordo de un transatlántico contemplando la puesta de sol, con una copa de buen vino en mano.
Cómo empezó esta historia de las bodegas sumergidas y el vino envejecido en el fondo del mar? Tras más de diez años realizando experimentos, esta práctica parece estarse convirtiendo en una auténtica tendencia, no solo en el Mediterráneo, sino también en otras zonas del mundo. Parece ser que esta gran aventura se inicia en 2099, cuando Piero Lugano, visionario propietario de la bodega Bisson, depositó la primera tanda de vino espumoso clásico en el fondo del mar de la costa de Portofino, en Liguria. En 2010 se halló un barco naufragado en 1880 en el archipiélago de Aland en mar abierto, en el Báltico, entre Suecia y Finlandia. Este hallazgo fortaleció esta corriente y dio que pensar a determinados productores, incluidos algunos franceses. En aquella ocasión, los buzos desenterraron 168 botellas de champán, muchas de ellas de la marca Veuve Clicquot, una carga preciosa que posiblemente iba destinada a la corte del zar. Tras toda una serie de trabajos de investigación, en 2014, nace el proyecto “La bodega en el mar”. Pensada para que dure un total de 40 años, será fuente de importantes descubrimientos y experimentos que buscan aprovechar al máximo el arte de las bodegas.
Ventajas del vino envejecido en el fondo del mar
Pero no hay que tomárselo como una simple moda, se trata de una práctica que presenta ventajas que justifican por qué algunos productores han tenido la idea de envejecer el vino bajo el mar. A mayor profundidad, mejores condiciones: temperatura constante, penumbra, inmovilidad, presión gracias a las corrientes de agua. Los expertos del vino aseguran que almacenar las botellas en el fondo del mar proporciona las condiciones óptimas para la crianza del vino, obteniéndose interesantes resultados. Sin duda queda todavía mucha investigación por desarrollar, entre otras, a nivel técnico (por ejemplo, Bisson ha fabricado y patentado un tapón especial con un revestimiento de acero que resiste a la sal). De alguna manera, estas botellas con incrustaciones de algas y corales, adornadas con una pátina fascinante evocan historias misteriosas y recuerdan más a la magia que a la ciencia.
Dónde se encuentran las bodegas sumergidas
No hay que despreciar el aprovechamiento del territorio ¿Eres un fanático del vino, de la innovación y de la sostenibilidad marina? Si te apetece organizar un viaje basado en la exploración de bodegas sumergidas (una experiencia a menudo reservada a unas pocas personas cuidadosamente seleccionadas), debes saber que existen en Italia, España, Grecia, y también en Estados Unidos, Chile, Sudáfrica y Australia. En 2019, en el primer Congreso del Vino Submarino participaron 31 bodegas submarinas de todo el mundo. El Mediterráneo es la cuna de estos innovadores: en Cerdeña, en Alghero, en Liguria, en Portofino (Jamin underwaterwines) y Sestri Levante, en el Adriático, en Ravenna y en Croacia.
Por ejemplo, Coral Wine ha sumergido sus vinos en el Adriático a una profundidad entre 25 y 45 metros. En alta mar frente a la espléndida isla griega de Santorini, Gaia Wines ha depositado botellas también a 25 metros de profundidad. Ahí van a quedarse durante cinco años por lo menos. En España, Vina Maris ha sumergido vino blanco y vino tinto a 30 metros de profundidad frente a la costa de Alicante, mientras que la empresa francesa Larrivet Haut-Brion tiene reposando algunas de sus valiosas botellas de vino Burdeos en el fondo del Océano Atlántico.
Nuestro afán por nuevas experiencias llevar a nuevas aventuras. Nos gusta compartir momentos, por ejemplo, disfrutar de una buena copa de vino de una bodega submarina. Solo nos falta crear un ambiente especial para reforzar la singularidad de estos momentos: imaginémonos con amigos en el jardín o en la terraza, al atardecer, a finales de verano, con buena música de fondo, en la intimidad y el confort de una pérgola adornada con una vid dispuesta a ofrecernos sus frutos. ¡Chin chin!
Chelsea
Los altos y mórbidos cojines que equilibran la estudiada altura del asiento, más baja de lo normal, dan al salón Chelsea un aire oriental. La tumbona Chelsea es práctica y cómoda, por ser regulable tanto en el respaldo como bajo las rodillas. Gracias a sus ruedas puede ser desplazada fácilmente.